Volver a escuchar le relato de la primera aparición
11 de febrero 1858

Fui al borde del gave para recoger leña con otras dos niñas. Pasaron el arroyo y se echaron a llorar. Yo las pregunté por qué lloraban. Me respondieron que el agua estaba muy fría. Les pedí que me ayudaran a echar piedras en el agua para pasar sin tener que descalzarme; me contestaron que hiciera como ellas. Entonces me fui un poco más lejos para ver si podía pasar sin descalzarme. No pude. Entonces volví delante de la Gruta para descalzarme. Estaba empezando a hacerlo cuando oí un rumor. Me volví del lado de la pradera; vi que os árboles no se movían en absoluto. Seguí descalzándome; volví a oír el mismo rumor. Levanté la cabeza mirando hacia la gruta. Vi a una Señora vestida de blanco: tenía un vestido blanco y un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie, del mismo color que la cadena de su rosario. Cuando vi todo eso, froté mis ojos; creía equivocarme. Metí la mano el mi bolsillo, allí encontré mi rosario. Quería hacer la señal de la cruz; no pude llevar la mano a la frente: se me cayó. La visión hizo la señal de la cruz. Entonces mi mano temblaba; intenté hacerla y pude. Recé el rosario; la visión pasaba las cuentas del suyo, pero no movía los labios. Cuando terminé el rosario, la visión desapareció de repente. Pregunté a las otras si habían visto algo y me dijeron que no. Me preguntaron lo que era, que tenía que contárselo. Entonces les dije que había visto a una Señora vestida de blanco, pero que no sabía lo que era, y que no tenían que decírselo a nadie. Me dijeron que no volviera a pensar en ello; les dije que no.

Vuestra humilde y fiel
Bernadette Soubirous



Fragmento de la primera narración autógrafa de las apariciones, dirigida «Al muy honorable P. Gondrand de los Oblatos de María Inmaculada en Betharram». Este relato manuscrito fue precedido por innumerables relatos orales concedidos por Bernardita a los peregrinos y por varias «deposiciones» ante personalidades oficiales.