Lourdes comienza este año, que estará dedicado a la oración (con vistas al Año Jubilar 2025), con el nacimiento y el bautismo de Bernardita Soubirous, la joven de Bigorra que vio a la Virgen María. El Santuario de Nuestra Señora de Lourdes desea ayudar a todos los que entren por sus puertas a hacer «peregrinaciones de oración», para que sigan las huellas de Cristo y pongan en práctica el tema que el Santuario quiere proponer a los visitantes y peregrinos para el año 2024: «que se venga en procesión».
Bernardita Soubirous entró a esta comunidad de oración, a esta gran familia cristiana que es la Iglesia, dos días después de su nacimiento, el 9 de enero de 1844. Fue bautizada en la iglesia parroquial de San Pedro, que se encontraba en la actual plaza Peyramale, cerca de la presente iglesia parroquial de Lourdes.
180 años más tarde, continuamos este camino hacia Cristo siguiendo las huellas de aquella que vio a la Madre de Dios.
Del Molino de Boly a la iglesia parroquial
La familia de Bernardita la llevó desde el Molino, donde nació, hasta la iglesia parroquial. Para entrar en la vida de Dios, necesitamos ser guiados y acompañados.
Podemos conocer las letras del alfabeto y aun así no sabes leer… dejémonos guiar y aprendamos a leer la historia de Dios a través de sus testigos.
El Santuario de Nuestra Señora de Lourdes ofrece todos los días el circuito «Los pasos de Bernardita», un camino para adentrarse en la historia de Lourdes, seguir las huellas de Bernardita y conocer los principales lugares donde vivió, desde su nacimiento, el 7 de enero de 1844, hasta su partida al convento de las Hermanas de la Caridad y de la Instrucción Cristiana de Nevers, en 1866.
Descubra la biografía de Bernardita Soubirous. Al trazar el recorrido de Bernardita desde su infancia hasta su vida de reclusión en el convento de Nevers, don Maxence Bertrand muestra cómo, a pesar de las dificultades de la vida, como la miseria social y los problemas de salud, Bernardita fue capaz de tomar decisiones libres. Este nos presenta un libro alentador para los jóvenes, que combina aspectos biográficos, enseñanzas, propuestas de actuación… cuyo objetivo se centra en que los lectores, inspirados por la figura de Bernardita, aprendan a construir su propia vida confiando en Dios.
Descubra el libro en la Librería de la Gruta, la tienda oficial del Santuario de Nuestra Señora de Lourdes.
Epifanía y bautismo del Señor
Este año, entre el nacimiento y el bautismo de santa Bernardita, toda la Iglesia celebra dos fiestas muy importantes en la vida de Jesús: la Epifanía y el bautismo de Jesús en el Jordán.
Epifanía es una palabra que procede del griego y quiere decir «manifestación». No obstante, la Iglesia utiliza esta expresión para denominar el día en el que celebra la manifestación de Nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios.
En Occidente, principalmente, se trata de la fiesta de los «Reyes Magos». Las manifestaciones inaugurales de la vida pública no se olvidan, ya que el oficio de esta fiesta habla de los tres misterios de este día como si fueran uno solo: la adoración de los Reyes Magos, el bautismo de Jesús y las bodas de Caná. Sin embargo, hay que decir que la fiesta de los Reyes Magos se lleva casi toda la atención.
La ofrenda de los Reyes Magos es la expresión concreta de su adoración, reconocimiento y dependencia del Soberano Rey.
«Los magos ofrecen oro, incienso y mirra. El oro es apropiado para un rey, mientras que el incienso se utiliza para el servicio divino; pero la mirra se emplea para embalsamar los cuerpos de las personas fallecidas. De esta forma, con sus dones místicos, los magos proclaman a Aquel que adoran: el oro indica un Rey, el incienso un Dios y la mira un hombre mortal» (San Gregorio).
Recientemente, la Iglesia latina ha introducido la Fiesta del Bautismo del Señor, para así dar a la Epifanía toda su dimensión de «Pentecostés» en el ciclo de la Natividad. Con esta fiesta, la liturgia prolonga la Epifanía (es decir, la manifestación) de Cristo. En la liturgia del lunes 8 de enero, escuchamos unas palabras solemnes, las cuales nos invitan a revivir el momento en el que Jesús, bautizado por Juan, sale de las aguas del Jordán y Dios Padre lo presenta como su único Hijo, el Cordero que toma sobre sí el pecado del mundo.
Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco». (Mc 1, 9-11)