Desde 1872, las peregrinaciones a Lourdes están mejor organizadas y cuentan con grupos procedentes tanto de toda Francia como del resto del mundo. Estos se caracterizan por traer consigo estandartes en señal de gratitud y fidelidad a Nuestra Señora de Lourdes. Estos estandartes, símbolos de devoción, se han convertido en testigos visibles de la fe compartida por los peregrinos.
En 2024, por primera vez en la historia de Lourdes, un ambicioso proyecto ha dado a conocer la colección de estandartes religiosos más grande del mundo. Este minucioso trabajo ha desembocado en la publicación de un libro de arte único que reúne más de 300 estandartes, cada uno de los cuales cuenta una historia relacionada con las peregrinaciones de Lourdes a lo largo de los siglos.
Esta colección da testimonio de la dimensión universal de las peregrinaciones a Lourdes, en las que creyentes de todo el mundo convergen para honrar a la Virgen María. El libro, editado en cuatro idiomas, se dirige a un público internacional y destaca el alcance mundial del culto mariano. Esta obra recuerda la historia de los estandartes de Francia y otros países, revelando un patrimonio textil a menudo ignorado, pero de una gran riqueza espiritual y artística.
Cada estandarte de esta colección excepcional, a menudo de seda o terciopelo, está magníficamente adornado con pinturas, bordados y flecos dorados. Cada uno de ellos representa un pedazo de historia y encarna un lugar, una época y una comunidad unida por la fe en Nuestra Señora de Lourdes. Estos estandartes permanecieron suspendidos en la basílica de la Inmaculada Concepción, donde ofrecían un majestuoso espectáculo a los peregrinos, hasta que fueron retirados para su conservación. Esta oportunidad ha permitido inventariarlos, fotografiarlos y estudiarlos con una atención renovada.
Un libro que revela la riqueza de nuestro patrimonio textil
Para dar a conocer esta inestimable colección, el Santuario acaba de publicar, junto a Jours des Arts (editorial de Lourdes), el libro «Estandartes en procesión», bajo la dirección de Pascale Leroy-Castillo (responsable del servicio de Archivos y Patrimonio de la diócesis de Tarbes y Lourdes) y las contribuciones de Bernard Berthod (conservador del museo de Fourvière, Lyon), Josiane Pagnon (Inventario General de la Región de Occitania), Mons. Jacques Perrier (obispo emérito de la diócesis de Tarbes y Lourdes) y Robin Dupont (conservador de las colecciones del Santuario).
Este libro de arte es el resultado de un profundo trabajo que presenta la diversidad y la riqueza de este patrimonio. A lo largo de sus páginas, el lector puede descubrir relatos de gratitud, testimonios espirituales y expresiones de identidad religiosa, todos ellos reunidos en esta colección única del Santuario. Más que una simple recopilación de imágenes e historias, esta obra invita a redescubrir la evolución de las peregrinaciones y el estrecho vínculo que une a los creyentes de todo el mundo con Lourdes.
Al ofrecer una visión general de esta colección, el libro da testimonio de la evolución de las peregrinaciones, a la vez que rinde homenaje al fervor y la fidelidad de los peregrinos que, generación tras generación, continúan respondiendo a la llamada de la Virgen: «…que se construya aquí una capilla y se venga en procesión».
Cada estandarte, cada procesión, es una respuesta fiel a esta llamada, que muestra el profundo apego que los creyentes poseen con respecto a este lugar de gracia.
Esta obra está a la venta en la Librería de la Gruta
La primera procesión en Lourdes
La primera procesión organizada en Lourdes se remonta al 25 de julio de 1864, en colaboración con la parroquia de Loubajac, situada a tan solo 7 kilómetros de distancia.
Fue un momento histórico. Según los archivos del Santuario de Lourdes: «Los hombres avanzaban en dos columnas, seguidos de un cortejo de sacerdotes y chantres y, finalmente, de las mujeres, quienes también caminaban de la misma forma. Numerosas camillas, coronadas por nichos artificiales, portaban estatuas de la Inmaculada Concepción. La extensa procesión estuvo acompañada de un coro de músicos que participaron en la procesión hasta Lourdes.
Al llegar a Lourdes, la procesión fue recibida a la altura del hospicio por las hermanas de Nevers y sus alumnas, entre las que se encontraba Bernardita Soubirous. Las hermanas comenzaron a tocar las campanas de su capilla, a las que respondieron las de la iglesia parroquial que acogía la procesión».
El abad Peyramale, párroco de Lourdes en aquella época, comprendió de inmediato que esta peregrinación no era más que la primera de muchas.