Fue el 25 de febrero de 1858, durante la novena aparición, cuando todo cambió. Todo cambia cuando Bernardita recibe la orden: «Vaya a beber y a lavarse en la fuente». Desde aquel día, millones de peregrinos y visitantes acuden a Lourdes para beber y lavarse en esa agua, que no tiene propiedades terapéuticas ni específicas. La propia Bernardita Soubirous decía: «Beben el agua como si fuera una medicina... Hay que tener fe, hay que rezar: ¡esta agua no tendría ninguna virtud sin la fe!» La popularidad del agua de Lourdes se debe a los milagros, pero no es agua bendita: el agua del Manantial sólo puede ser bendecida por un sacerdote. Muchos peregrinos quieren llevarse un poco para ellos o para sus seres queridos. El agua de Lourdes es gratuita y de libre acceso en las fuentes del Santuario. No se puede vender. Si desea recibir agua, el Santuario de Lourdes le invita a que se ponga en contacto con la organización de peregrinos más cercana.