Como su nombre indica, el Día de Todos los Santos es la fiesta de todos los santos. El día uno de noviembre, la Iglesia conmemora a las innumerables personas que han sido testigos vivos y luminosos de Cristo.
Por ello, esta fiesta es también una oportunidad para recordar que todas las personas están llamadas a la santidad, por caminos diferentes, pero todos ellos son accesibles. La santidad no es un camino reservado a una élite: concierne a todos los que eligen seguir las huellas de Cristo (Leer la exhortación del Papa Francisco «Gaudete et Exsultate»).
Celebración del Día de Todos los Santos y conmemoración de los difuntos (horarios)
El dos de noviembre está dedicado a la conmemoración de los difuntos. Ese día en el Santuario de Lourdes, en ese lugar donde se ofreció la luz a una niña pobre, en medio de un agujero negro en la roca, queremos unirnos en la amistad y la oración.
El P. Michel Daubanes presidirá la misa de 11.15 horas en la basílica del Rosario por los difuntos, confiando en la misericordia de Dios. Será una oportunidad para rezar por todos nuestros difuntos y en particular por todos los que nos han dejado este año.
Con motivo de la festividad de Todos los Santos, le sugerimos que mande encender una vela o haga celebrar una misa en memoria de sus difuntos.
Todos los hombres están llamados a la santidad
El papa Francisco nos lo ha hecho comprender al beatificar y canonizar a un gran número de personas este año 2022, entre ellas a Charles de Foucauld el 15 de mayo.
Testigos del amor de Dios, estos hombres y mujeres están también cerca de nosotros a través de su camino -no se convirtieron en santos de la noche a la mañana-, con sus dudas, sus cuestionamientos… en una palabra: su humanidad.
Homilía para las canonizaciones del 15 de mayo de 2022
Bernardita, una santa: su beatificación y canonización.
Desde 1858, para los que creían en la autenticidad de las apariciones, Bernardita era una santa, un ángel, un ser celestial. Pero a quienes le dicen que puede estar segura de que será feliz en el otro mundo, Bernardita responde que irá al cielo, «sí, si me lo gano».
Mientras que las disposiciones para su beatificación y canonización se emprendieron ya en 1907, han tenido lugar tres reconocimientos del cuerpo en 1909, 1919 y 1925. Cada vez, se descubrió el cuerpo incorrupto.
Mientras la investigación continuaba, interrumpida por la guerra de 1914-1918, se multiplicaban las visitas a la tumba de Sor Marie-Bernard en Nevers, así como las peticiones de oración y las gracias obtenidas. La reputación de santidad quedó así confirmada.
Dos curaciones fueron consideradas como milagrosas antes de la beatificación, que se celebró el domingo 14 de junio de 1925 en San Pedro de Roma.
La canonización se produjo ocho años después, tras registrarse otras dos curaciones milagrosas. Uno de los dos agraciados fue un obispo que asistió a la ceremonia sin flaquear.
Su cuerpo fue colocado en un relicario de cristal en la capilla donde todavía se encuentra.
Fue declarada santa en 1933.