Carpa de los jóvenes
Al fin disponemos de una nueva sede para la pastoral juvenil y los jóvenes… la carpa de la pradera (antigua carpa de la adoración).
La carpa de la pradera – antigua carpa de la adoración – se ha reestructurado en base a 3 objetivos:
1. Favorecer el desarrollo de catequesis y conferencias en sus instalaciones para todos aquellos que lo soliciten a la pastoral juvenil.
2. Permitir que los grandes grupos puedan jugar en la pradera gracias al material deportivo que se encuentra disponible en la carpa situada junto a la pradera.
3. Posibilitar que los pequeños grupos puedan descansar gracias a la biblioteca – elaborada en torno a una mesa central y unos sofás – que se encuentra disponible en la carpa situada junto al Gave.
«El Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo: “Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo”. Contestaron: “Bien, haz lo que dices”» Génesis 18, 1-5.
El objetivo de la carpa no es otro que experimentar la misma acogida que Abrahán reservó a sus visitantes.
Estar allí, sentado, en las horas más calurosas y frías del día.
Levantarse y correr a recibir a cada joven.
Ofrecer a cada joven una parada para beber o comer algo, descansar y recobrar fuerzas.
Una parada en esta carpa les permitirá partir de nuevo y regresar al servicio, o tal vez no.
«La acogida de los peregrinos, ya sea en grupo o de manera individual, sobre todo de las personas enfermas y más pobres, debe ser siempre el criterio de referencia de la misión y la organización del santuario». Carta de Misión del P. Michel Daubanes.
Constatación:
«En el Sínodo se reconoció “que un número consistente de jóvenes, por razones muy distintas, no piden nada a la Iglesia porque no la consideran significativa para su existencia. Algunos, incluso, piden expresamente que se les deje en paz, ya que sienten su presencia como molesta y hasta irritante”» CV 40.
«Otros jóvenes reclaman una Iglesia que escuche más, que no se la pase condenando al mundo. No quieren ver a una Iglesia callada y tímida, pero tampoco que esté siempre en guerra por dos o tres temas que la obsesionan. Para ser creíble ante los jóvenes, a veces necesita recuperar la humildad y sencillamente escuchar, reconocer en lo que dicen los demás alguna luz que la ayude a descubrir mejor el Evangelio. Una Iglesia a la defensiva, que pierde la humildad, que deja de escuchar, que no permite que la cuestionen, pierde la juventud y se convierte en un museo» CV 41.
Acoger a todos los jóvenes:
«En esta búsqueda se debe privilegiar el idioma de la proximidad, el lenguaje del amor desinteresado, relacional y existencial que toca el corazón, llega a la vida, despierta esperanza y deseos. Es necesario acercarse a los jóvenes con la gramática del amor, no con el proselitismo. El lenguaje que la gente joven entiende es el de aquellos que dan la vida, el de quien está allí por ellos y para ellos, y el de quienes, a pesar de sus límites y debilidades, tratan de vivir su fe con coherencia. Al mismo tiempo, todavía tenemos que buscar con mayor sensibilidad cómo encarnar el kerygma en el lenguaje que hablan los jóvenes de hoy» CV 211.
Acompañar a cada joven:
«Cualquier proyecto formativo, cualquier camino de crecimiento para los jóvenes, debe incluir ciertamente una formación doctrinal y moral. Es igualmente importante que esté centrado en dos grandes ejes: uno es la profundización del kerygma, la experiencia fundante del encuentro con Dios a través de Cristo muerto y resucitado. El otro es el crecimiento en el amor fraterno, en la vida comunitaria, en el servicio» CV 213.
Discernir lo verdadero, lo bueno y lo bello:
«La pastoral juvenil siempre debe incluir momentos que ayuden a renovar y profundizar la experiencia personal del amor de Dios y de Jesucristo vivo. Lo hará con diversos recursos: testimonios, canciones, momentos de adoración, espacios de reflexión espiritual con la Sagrada Escritura, e incluso con diversos estímulos a través de las redes sociales. Pero jamás debe sustituirse esta experiencia gozosa de encuentro con el Señor por una suerte de “adoctrinamiento”» CV 214.
Entrar por la puerta estrecha:
«Crear “hogar” en definitiva “es crear familia; es aprender a sentirse unidos a los otros más allá de vínculos utilitarios o funcionales, unidos de tal manera que sintamos la vida un poco más humana. Crear hogares, ‘casas de comunión’, es permitir que la profecía tome cuerpo y haga nuestras horas y días menos inhóspitos, menos indiferentes y anónimos. Es tejer lazos que se construyen con gestos sencillos, cotidianos y que todos podemos realizar. Un hogar, y lo sabemos todos muy bien, necesita de la colaboración de todos. Nadie puede ser indiferente o ajeno, ya que cada uno es piedra necesaria en su construcción. Y eso implica pedirle al Señor que nos regale la gracia de aprender a tenernos paciencia, de aprender a perdonarse; aprender todos los días a volver a empezar”» CV 217.
Compartir con quienes están de paso:
«Necesitamos ofrecerles a los jóvenes lugares propios que ellos puedan acondicionar a su gusto, y donde puedan entrar y salir con libertad, lugares que los acojan y donde puedan acercarse espontáneamente y con confianza al encuentro de otros jóvenes tanto en los momentos de sufrimiento o de aburrimiento, como cuando deseen celebrar sus alegrías. Algo de esto han logrado algunos Oratorios y otros centros juveniles, que en muchos casos son el ambiente de amistades y de noviazgo, de reencuentros, donde pueden compartir la música, la recreación, el deporte, y también la reflexión y la oración con pequeños subsidios y diversas propuestas. De este modo se abre paso ese indispensable anuncio persona a persona que no puede ser reemplazado por ningún recurso ni estrategia pastoral» CV 218.
Tan solo una palabra más:
«Lo más importante es que cada joven se atreva a sembrar el primer anuncio en esa tierra fértil que es el corazón de otro joven» CV 210.