«Acoger, servir, amar»
Los voluntarios del Santuario de Lourdes desempeñan un papel indispensable a la hora de acoger y facilitar la estancia de millones de peregrinos y turistas.
Estos voluntarios, procedentes de cualquier parte del mundo, encarnan el espíritu de Lourdes a través de su dedicación y generosidad. Su servicio puede resumirse en tres palabras: «acoger, servir, amar».
Voluntarios de diferentes partes del mundo y de todas las edades acuden al Santuario durante un mínimo de una semana. Un centenar de entre ellos participan con regularidad a lo largo del año y viven muy cerca de Lourdes.
El equipo se compone de una veintena de voluntarios diarios, número que se duplica durante el verano. En los meses de abril, mayo y agosto, así como en las fiestas religiosas, la afluencia en el Santuario aumenta considerablemente. En esos momentos, la presencia de los voluntarios es fundamental.
Las dos Muriels y Thomas forman el equipo del Centro Internacional de Voluntariado. A través de su característica amabilidad, se interesan por crear vínculos entre los voluntarios.
Un compromiso diversificado
Los voluntarios llevan a cabo una amplia gama de misiones esenciales en el Santuario. He aquí algunos ejemplos:
- Acoger e informar a los peregrinos en las entradas del Santuario: primer contacto con los visitantes. Los voluntarios les guían, orientan y responden a sus preguntas.
- Facilitar el acompañamiento de los peregrinos en los diferentes lugares del Santuario: acogida en las capillas de la luz, orientación y gestión de la espera en la capilla de las confesiones…
- Animación pastoral: Los voluntarios acompañan a los peregrinos en las diferentes rutas, como las de «Descubrir el Santuario», los «pasos de Bernardita», el viacrucis…
Misiones más «técnicas»: Los voluntarios refuerzan determinados servicios, como el arreglo de los ramos, la costura, los archivos, la preparación de las antorchas…
Recibir una alegría inmensa
Los voluntarios aportan ese «pequeño granito de arena» a los peregrinos, los cuales aprecian su presencia. Lo que comienza con una simple pregunta puede transformarse en una conversación algo más profunda. «A menudo, la gente me dice: “no sabes cuánto bien me ha hecho este rato contigo”» afirma Anne-Marie, voluntaria desde hace 18 años.
Al entregar su tiempo y energía, los voluntarios reciben una alegría inmensa. Conocen a peregrinos procedentes de todo el mundo.
Además, establecen vínculos fraternales entre ellos. El Centro Internacional de Voluntariado es una gran familia. Todos los voluntarios se tutean sin distinción, lo que facilita las relaciones.
Existen momentos de convivencia muy a menudo. Estos se reúnen formal o informalmente para rezar, compartir una copa, un café, una conversación…
Todos los martes se organiza una merienda en la casa Marta y María, el centro de reunión en el que duermen, rezan y ¡comparten!
Las dos Muriels y Thomas siempre están presentes y aseguran que haya un ambiente acogedor.
Formación e integración de los voluntarios
A su llegada, los nuevos voluntarios se benefician de una formación que se divide en varias fases: una formación técnica (vídeos introductorios, formación sobre el terreno y presentación de las diferentes misiones) y una formación pastoral (vida de Bernardita, catequesis sobre el mensaje de Lourdes y participación en la misa internacional y en la misa de los voluntarios).
Asimismo, disfrutan de momentos de descanso, lo que les permite tomarse tiempo para sí mismos y descubrir la región.