El Papa Juan Pablo I será beatificado el 4 de septiembre de 2022 durante una misa en la basílica de San Pedro de Roma. Rendimos un pequeño homenaje al «Papa de la sonrisa» , que vino como peregrino al Santuario de Lourdes.
El pasado 13 de octubre, el papa Francisco reconoció un milagro realizado en 1978 por intercesión de Juan Pablo I. El patriarca de Venecia, Albino Luciani, fue elegido Papa el 26 de agosto de 1978. Murió el 28 de septiembre de ese mismo año, al final de un brevísimo pontificado de tan solo 33 días. El miércoles 8 de noviembre, el Papa reconoció las «virtudes heroicas» de Juan Pablo I, el efímero Papa de 1978. Entre los otros decretos publicados, se encuentra el que reconoce el primer martirio del siglo XXI, una monja asesinada en Somalia.
El «Papa de la sonrisa» dejó su huella por su sencillez, su gusto por los diálogos simples e informales, especialmente con los niños.
Un milagro realizado en julio de 2011
El milagro reconocido se produjo el 23 de julio de 2011 en Buenos Aires (Argentina): una niña de once años se recuperó inexplicablemente de una «encefalopatía inflamatoria aguda severa» y de una «epilepsia refractaria maligna y un shock séptico» tras varios meses de hospitalización y con un cuadro de riesgo vital.
Juan Pablo I y Lourdes
Juan Pablo I ha venido a Lourdes al menos tres veces:
– En 1964: siendo obispo de Vittorio Veneto, participó en la primera concelebración solemne en la basílica de San Pío X, el domingo 26 de julio de 1964, con el cardenal Ferretto.
– En 1971: mientras era Patriarca de Venecia, del 30 de junio al 5 de julio, con su diócesis.
– En 1975: fue creado cardenal en 1973, volvió a Lourdes del 21 al 25 de junio con la diócesis de Venecia, celebró la misa en la Gruta dos veces, el 22 y el 24 de junio.
En una carta de Juan Pablo I, menciona a Lourdes, justo un año antes de su elección como Papa:
«Lo importante en Lourdes, en Fátima, en La Salette y en otros lugares, es que la Virgen, para guiarnos y ayudarnos, tan solo hace hincapié en una sola cosa: oración y penitencia (es decir, conversión). Se hace eco de Jesús, que advirtió: «Si no hacéis penitencia, pereceréis […] Debéis rezar siempre». Siempre. Los santuarios nos ayudan a recordar esta enseñanza. Por eso son útiles y tan benéficos».