El rosario
Bernardita, al ver a «la Señora» por primera vez el 11 de febrero de 1858, rezó el Rosario, notando que «deslizaba las cuentas de su rosario entre los dedos sin mover los labios». Desde aquel primer encuentro, nunca hemos dejado de rezar el Rosario en la Gruta: la sencilla oración de los pobres por la que ponemos nuestra vida, nuestras pruebas, nuestras alegrías y nuestros seres queridos en manos de Dios a través de la Virgen María. Mientras rezamos el Padre Nuestro y las Avemarías, meditamos los principales episodios de la vida de Cristo, tal y como podemos descubrirlos en los mosaicos de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario.
Es posible rezar el Rosario personalmente, o uniéndose al rezo público en la Gruta en las principales lenguas habladas en el Santuario, o participando en la Procesión de las Antorchas a las 21 horas.
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