El 25 de febrero: novena aparición. Trescientas personas están presentes. Bernardita cuenta: «Me dijo que fuera a beber y a lavarme en la fuente. Solo encontré un poco de agua turbia. Al cuarto intento pude beber. También me hizo comer una hierba que había cerca de la fuente, entonces la visión desapareció y me fui». Ante la multitud que le preguntaba: «¿Sabes que la gente piensa que estás loca por hacer cosas así?» Ella responde: «Es por los pecadores».
Es el agua de esa misma fuente la que ha hecho curaciones extraordinarias y la que sigue brotando en el fondo de la Gruta.
Millones de personas acuden a Lourdes para beber y lavarse en la fuente. Los peregrinos pueden hacer lo mismo que Bernardita: ¡Ir a beber y a lavarse en la fuente!
Este gesto puede hacerse solo, en grupo, con amigos o en familia. Se puede hacer en las fuentes que se encuentran después de la Gruta, en el jardín de las fuentes (18 fuentes que representan las 18 apariciones), o en las piscinas, acompañados por un hospitalario que guía y acompaña el gesto.
Los peregrinos que vienen a Lourdes realizan tres gestos que marcan su peregrinación: tocar la roca, ir a la fuente para beber y lavarse, y encender una vela que continúa la oración de los peregrinos y recuerda a Cristo resucitado en medio de nosotros.
El agua de Lourdes cura a Bernardita
Una «protección visible del Cielo»: El P. Peyramale fue testigo de una «protección visible del Cielo» que recibió Bernardita.
Lo cuenta en una larga carta al canónigo Fourcade. Bernardita sufría desde hacía varios días de «una fluxión del pecho, tanto más grave cuanto que se trataba de una recaída». El domingo 27 de abril, la joven residente «estaba muy enferma, lo que causó gran preocupación y pesar a las Hermanas, que se reprochaban haberla dejado ir a la Gruta, donde pensaban que había cogido la enfermedad».
El lunes su estado empeoró. Varios médicos fueron llamados a su cabecera. La gravedad de su estado incitó al P. Pomian a administrarle la extrema unción. El P. Peyramale explica: «Tosía con frecuencia y su respiración era muy difícil; para la comunión, solo se le dio una pequeña fracción y para facilitar que Bernardita comulgara, se le dieron unas gotas de agua de la Gruta». El efecto fue inmediato: «Inmediatamente después de recibir el santo viático, Bernardita se sintió curada. Sintió un alivio (son sus palabras) como si le hubiera quitado una montaña del pecho. Todos los síntomas alarmantes desaparecieron; y ayer por la mañana fue ella quien recibió en el salón al médico de la casa, el Sr. Balencie. El médico estaba consternado». El P. Peyramale, que pudo comprobar por sí mismo esta repentina e inesperada recuperación, quiso avisar inmediatamente al canónigo Fourcade, secretario del obispo, para que informara a Mons. Laurence.
Libro ‘ Marie-Dominique Peyramale Le curé de Lourdes ‘ Yves Chiron, en venta en la Librería del Santuario de Lourdes