Durante el mes de septiembre, la Iglesia celebra tres fiestas marianas entre semana: el nacimiento de María (8 de septiembre), el nombre de María (12 de septiembre) y los dolores de María (15 de septiembre). La fiesta del Santo Nombre de María es una memoria facultativa.
En Lourdes, el Santo Nombre de María se pronuncia a cada hora durante el rezo del rosario en la Gruta, así como por la noche durante la procesión de las antorchas, donde todos los peregrinos cantan las Avemarías, alabando y agradeciendo al Señor todos los favores obtenidos por la intercesión de la Virgen María.
Memoria del Santo Nombre de María
La memoria del Santo Nombre de María tiene sus orígenes en España, en el siglo XVI, y fue extendida a la Iglesia universal por el Papa Inocencio XI en el año 1683. Este quería agradecer a la Virgen por haber protegido a la Cristiandad cuando el rey de Polonia, Jean Sobieski, derrotó a las tropas otomanas durante el asedio de Viena. Los Padres de la Iglesia manifestaron el poder del nombre de María. Por ejemplo, San Ambrosio (siglo IV) escribió:
«Oh María, vuestro nombre es un perfume que difunde la dulce fragancia de la gracia divina. ¡Qué esa fragancia celestial descienda sobre mí y penetre hasta lo más profundo de mi alma!»
La Iglesia celebra el poder de la intercesión de la Virgen María: a través de su oración fiel, vela por su pueblo, a menudo zarandeado por las olas de la historia.
En Lourdes, el nombre de María se pronuncia día y noche delante de la gruta desde la época de las apariciones. Siguiendo los pasos de Bernardita, los peregrinos de todo el mundo se dirigen a María con plena confianza en su intercesión maternal.
Lo que algunos santos nos dicen sobre el Santo Nombre de María:
«Tu dulcísimo nombre –dice san Ambrosio– es ungüento perfumado con aroma de gracia divina».
«¡Qué glorioso es tu nombre, oh santa Madre de Dios!” -clama San Buenaventura-, “¡qué glorioso es el nombre que ha sido fuente de tantas maravillas!»
«Oh, nombre lleno de dulzura! -exclamó el beato Enrique Suzo-. ¡Oh, María! ¿Quién eres Tú, entonces, si solo tu nombre es ya tan amable y está tan lleno de encantos?»
El nombre de María es un nombre de salvación. «El solo nombre de María, dijo san Bernardo, pone en fuga a todos los demonios».
Bendecida e invocada por todos los cristianos del mundo, bastará el nombre de la Virgen María para consolar a los fieles.
La primera gloria de este bendito nombre es que fue inspirado por Dios a los padres de la Virgen recién nacida y que el Arcángel Gabriel lo pronunció con una voz llena de reverencia; y desde entonces, todas las generaciones cristianas lo repiten en cada momento del día; el Cielo pronuncia este hermoso nombre a la tierra, y la tierra ve su melodioso eco en el Cielo.
Ave María
Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén